El Miércoles de Ceniza en su sentido tradicional desde
hace muchos siglos, tiene por objeto recordar a todos los católicos que somos
polvo y en polvo nos convertiremos.
Nos recuerda que no somos más que ese polvo o ceniza que
se nos impone en la cabeza y que tenemos que revestir nuestra alma de esa
ceniza en un sentido de recogimiento y penitencia para que nos preparemos para
la pasión de Cristo.
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Quiero compartir
con ustedes lo que para mí es el real sentido de esta celebración, que marca el
inicio de la temporada de cuaresma que nos prepara la celebración de la
resurrección de Cristo.
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Los humanos hemos
acercado mucho la imagen que tenemos de Dios a nuestra imagen. Nuestro Dios es
un padre severo y estricto que nos marca y prohíbe una serie de acciones que de
acuerdo a una lista son pecados mortales y los otros son pecados veniales. Ese
padre rígido nos impone penas y penitencias que debemos redimir para poder acercarnos
a su mesa.
De acuerdo a esa
imagen que nos hemos formado de Dios, Él nos impone penitencias para lograr la
pureza y el perdón de nuestros pecados. Nuestros pecados ofenden a Dios y eso
nos merece el castigo de no disfrutar de su presencia al ir a purgatorio
después de nuestra muerte, además del eterno castigo del infierno en caso de
que nuestros pecados sean contrarios a los diez mandamientos de nuestra fe.
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La realidad es todo
lo contrario, Dios nos va llevando paulatinamente por los diferentes caminos
hasta que estemos preparados para ascender a su imagen infinita de amor.
Antes que nada
quiero que reflexionemos en la verdad de nuestra fe. Dios es nuestro padre y es
el universo máximo del amor. Él no tiene sentimientos humanos sino que es el
sentido máximo de la pureza y el sentimiento más puro del amor.
Y en ese máximo
universo de amor, es un padre misericordioso que nos va guiando en nuestra vida
para poder llegar al momento en que tengamos que abandonar este estado de vida
material y superarlo para pasar, mediante la muerte, a un estado más cercano en
el camino hacia Él.
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En este camino a
través del estado material en que nos encontramos, Dios nos da la libertad de
poder acercarnos o alejarnos de ese camino y de la forma en que usemos ese
libre albedrío. Con nuestras acciones y pensamientos, decidimos conservar
nuestra conciencia en ese camino hacia el amor infinito de Dios o alejarnos de
esa ruta por los pecados contra nuestros semejantes.
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Los pecados contra
nuestros semejantes, conciudadanos, hermanos o como queramos llamarles son los
más graves. Pecados de falta de amor, de caridad, de misericordia, de
conciencia social, son los realmente pecados mortales.
Si revisamos el
catalogo universal de pecados graves o inclusive veniales, todos están enmarcados
en esa falta de amor a nuestros semejantes. Por esas faltas son por las que
realmente necesitamos hacer penitencia.
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El sentido de
penitencia no es la forma física que conocemos, como el ayuno, la abstinencia
de carnes, la ausencia de espectáculos de algún tipo, la abstinencia de
alcohol, etc. No, eso no es el sentido de una penitencia ante un Dios
misericordioso.
La penitencia real
es el enmendar esas faltas de amor hacia nuestros semejantes mediante hechos
reales, eso es lo primero. Rehacer lo que hayamos dañado, de lo que hayamos
dispuesto indebidamente, de las faltas de amor, caridad y misericordia hacia
los demás, hacia nosotros mismos.
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El miércoles de
ceniza tiene por sentido que estemos conscientes que para poder avanzar en ese
trance hacia estados más cercanos a Dios, debemos desprendernos del estado
material que tenemos en esta vida.
Hacer conciencia
que todo lo material, los bienes, la ropa, las casas, los coches, el poder, la
riqueza, la hermosura, el bien estado físico son características que radican en
esta vida material. Y para poder caminar en ese trayecto infinito hacia Dios,
tenemos que desprendernos de ellas y trascender a través de la muerte material en
el siguiente camino hacia Él.
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Lo único que
realmente caminará con nosotros en el siguiente paso son los buenos
sentimientos, la caridad, el amor, la fé. Eso es lo que debemos cultivar
siempre, con acciones reales, porque eso es el único equipaje que nos
llevaremos hacia Dios.
Este miércoles de
ceniza debemos tomar conciencia que nada de nuestras pertenencias y de nuestra
vida material necesitamos para acercarnos a Dios.
Vivamos esta cuaresma dentro del amor y misericordia
infinita de Dios.
"PENSAMIENTO POSITIVO"
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