En el inicio de este siglo XXI, cuando todo es sujeto de juicio y
se pone en la palestra de la crítica social la vigencia de muchas costumbres,
la denominada fiesta brava o tauromaquia es objeto de una evaluación moral.
Muchas opiniones en contrario y las correspondientes respuestas al sustento
de estas opiniones, pero...
¿QUÉ ES LA FIESTA BRAVA?
La Real Academia Española en su
diccionario define a la tauromaquia como “el arte de lidiar toros”.
Una tradición milenaria, desde los
griegos en la leyenda del Minotauro, la isla de Creta y la sangre convertida en
arte.
Google images |
El minotauro, el monstruo resultado de
la unión bestial entre la reina Pasifae y el toro de Creta, los jóvenes ofrendados
a la bestia, 7 doncellas y 7 varones, para su regocijo y alimento, 14 en forma
anual, hasta el rescate por el héroe ateniense Teseo el cual sacrificó a la bestia y logró la liberación
de su pueblo de esta esclavitud. Tal vez Teseo sea el primer matador de la
historia.
Pasando a los espectáculos en el circo
romano con los “uros”, antecesores del toro bravo, que se arrojaban a la arena
para que los nobles mostraran sus dotes de cazadores, capturándolos y dándoles
muerte en la arena.
Google images |
Posteriormente se utilizaron para
sacrificar a los cristianos arrojando manadas de estos uros durante las
ejecuciones públicas.
Como espectáculo data del siglo XII,
cuando en la edad media se inicia la práctica taurina del lanceo de toros que
se presentaba en las plazas públicas como parte de las fiestas por las
victorias en las guerras y en las fiestas patronales religiosas.
En el siglo XVI esta fiesta callejera
evoluciona hacia los encierros de varas, antecesora de las actuales corridas de
rejones, en los que la realeza lucía sus habilidades.
En esta época estos nobles empiezan a
utilizar a su servidumbre para distraer al toro mientras cambiaban de caballo.
Aparecen los picadores para que los nobles se den el lujo de matar al toro a
lomo de caballo. Los peones arrimaban el toro al picador, iniciando así la
faena de capote con el valor estético que lo convierte en arte.
Google images |
Cuando la nobleza española abandona el
toreo a caballo, la plebe lo empieza a hacer a pie y los profesionales de la
conducción de ganado bravo y los matarifes aportaron la creatividad y el
virtuosismo a las tareas más peligrosas, con gran valor y destreza, las cuales
inmediatamente fueron del interés de los espectadores.
Empiezan a surgir nombres entre los
toreros de a pie que por su estilo y valor, además por ser parte del mismo
pueblo y no de la nobleza, ganaron la simpatía de las masa y empezaron a ser
solicitados para presentarse como evento principal.
Por otro lado, la tauromaquia incluye
un especial conocimiento de los toros de lidia y su crianza, además de un arte
en la confección de la vestimenta del matador y los actores principales dentro
del espectáculo.
En la época actual, una corrida de
toros se desarrolla en tres partes, llamadas tercios:
Google images |
El primer tercio, el inicio de la
lidia por el matador, que con su capote da los primeros pases y el picador con
su caballo protegido por un peto y utilizando una vara con una puya asienta la
bravura del toro y lo prepara para los siguientes tercios.
El segundo tercio, protagonizado por
los banderilleros, quienes en auxilio del matador, bregan al toro y lo adornan
colocándole tres pares de banderillas.
Y el último y más importante, el
tercer tercio, la muerte del toro, en el que el torero lidia al toro armado de
una muleta y una falsa espada, de madera o aluminio, cuaja su faena mostrando
el arte de que es capaz en una convivencia y lucha íntima con el toro. Culmina
su faena con la muerte del toro, suerte que, si es correcta, culmina los
trabajos previos y el arte desarrollado con los trofeos que otorgue la
autoridad
MI FIESTA
Quiero compartir con ustedes que mi
gusto por la fiesta brava no viene de ser un gran aficionado sino, en gran
parte, por la herencia de mi madre.
Mi mamá, originaria de Puruándiro,
Michoacán, un pueblo cercano a la laguna de Cuitzeo, zona agrícola, de gente
sencilla.
Ramoncita, era cuarta hija de una
familia de siete hermanas, ningún varón. Mi abuelo, gente recia dedicada a la
crianza y matadero de ganado. Como no tuvo hijo varón, era auxiliado en las
tareas por sus hijas. Una de ellas, mi madre.
Desde niña montaba a caballo y sacaba
el ganado a pastorear y lo regresaba por la tarde a los corrales. Mas
grandecita, ayudaba a su padre en la matanza de reses, puercos, chivos y
pollos. Ella sola era capaz de matar a un toro de más de 400 kilos con certero
descabelle.
Se enamora y contrae matrimonio con
Leopoldo, músico y maestro, con el que cría una familia de siete hermanos, en
paradoja con la familia de mi madre.
Desde niño, por allá de los años 1963
a 1966 teníamos por costumbre sentarnos a ver las corridas de toros de la Plaza
México por la televisión en blanco y negro.
Recuerdo los pasos doble que mi padre
tocaba en el piano: Silverio, Novillero, Valencia, Granada y otros durante la
comida del domingo, previo la convivencia familiar para ver la corrida
correspondiente.
Google images |
Escuchaba las hazañas, que con pasión comentaban
mis padres, de Manolete, Silverio Pérez, Luis Castro El Soldado y otros.
En la transmisión: Paco Malgesto y el
Maestro Pepe Alameda, maestros de la dicción y la narrativa de la fiesta. Solo
escucharlos ya era de por sí un arte.
Google images |
De niño recuerdo a toreros como Paco
Camino, Manuel Benítez “El Cordobés”, Joselito Huerta, el rejoneador Gastón
Santos, Fermín Espinoza Armillita Chico, mi maestro y paisano: el padre Luis
Calderón en Morelia, Michoacán.
Venir a estudiar y posteriormente a
hacer mi vida en Querétaro, favoreció mi gusto y disfrute de la fiesta brava.
Google images |
Matadores de mis recuerdos: Paco
Camino, Manolo Martínez, Curro Rivera, Eloy Cavazos, Miguel Espinoza Armillita,
Jorge Gutiérrez, Julián López El Juli, Enrique Ponce, Rodolfo Rodríguez El
Pana, Jorge de Jesús El Glison, obviamente: Octavio García El Payo, Joselito
Adame y muchos otros más.
EMPIEZA LA FIESTA
No soy de gusto refinado ni maestro en
la crítica taurina. Solamente soy un aficionado que disfruta de las tardes de
toros, aunque muchas veces no sean buenos los toros, ni tampoco los toreros.
Disertar acerca de si la fiesta de los
toros es un arte o una expresión artística me parece de un alto nivel y no es mi
intención ni tengo la capacidad para ello.
Sin embargo, trataré en describir las emociones
que trasmiten diferentes suertes o eventos que conlleva la fiesta.
Inicia desde el anuncio de un
encierro, conociendo la fecha, la plaza, la ganadería, los matadores… los
precios. Se siente la emoción y la ilusión de que puede ser una buena corrida.
Los anuncios y la boletería, son una
obra de arte, generalmente con remembranzas plásticas de buenos pases o hazañas
de toreros o eventos pasados.
El ambiente y el ánimo entre los
aficionados preceden a la fecha de la corrida. Todos se preparan para ese día; generalmente
en la tarde. Las damas con sus atractivos atuendos que resaltan su belleza, algunos
caballeros, ataviados muchos a la usanza española con sus boinas y botas de
montar, fumando apestosos puros; a muchos de ellos se les llama villa melones
porque realmente no son aficionados a la tarde de toros sino que a lo que
aspiran, es a lucirse en medio del tendido de la plaza y generalmente acaban
haciendo el ridículo por su petulancia. Y otros, la gran mayoría, simplemente
gente del pueblo, auténticos aficionados.
El desfile, previo al inicio de la
corrida de toros, de señoritas, damas, caballeros y en general de todo el
público forma parte del espectáculo.
Los gritos y chiflidos que emiten las
porras, los aficionados y uno que otro borrachín exponiendo su florido
repertorio de albures, desde los tendidos y las gradas generales de sol y
sombra, van calentando poco a poco el ambiente.
Por ahí entre los vanos que dejan las
puertas de toriles y de matadores se empiezan a vislumbrar los personajes y
actores de la fiesta, matadores, banderilleros, picadores, mozos y peones,
mostrando el nerviosismo previo a un espectáculo en el que se combina el arte
con el peligro.
En el callejón entre el rondel y la
tribuna, se va llenado de múltiples personajes: empresarios y representantes de
los toreros, reporteros gráficos con sus instrumentos, locutores de radio y
algunas veces de televisión, ayudantes de los toreros, uno que otro influyente
colado que ni idea tiene de donde está metido; hasta parejas de enamorados a
los que lo único que les interesa no es precisamente la lidia de los toros.
Google images |
En las gradas de abajo, cerca del
redondel, los potentados y poderosos, en las barreras de las primeras filas. De
acuerdo al nivel de la barrera, es el nivel social y económico de los
personajes. Por ahí uno que otro político, al que seguramente le regalaron los
boletos, luciéndose y mostrándose para que los parroquianos lo saluden y le
hagan caravanas, soportando más de una remembranza familiar de los tendidos; son
aficionados de trienio o sexenio, que cuando terminan su periodo de poder, no
se les vuelve a ver en la fiesta.
Muchos trasnochados, con el
sufrimiento de la penitencia de una noche de fiesta y sueños, presumiendo
todavía las damiselas resultado de la conquista nocturna, que lucen su
mercancía para el enganche de algún parroquiano perdido después de la corrida.
Google images |
En algún lugar de la plaza empiezan a
sonar los pasos dobles ejecutados con maestría por la banda de música del lugar,
dirigida por algún maestro que aprovecha su arte musical para también disfrutar
de la tarde toros. Los músicos tienen también que preparase con las piezas que
emocionan a los toreros para, en caso de merecerlo, premiarlos con piezas de su
gusto y motivarlos a entregar su arte y maestría con generosidad.
Google images |
En un palco especial, la autoridad. El
juez con su asesor, generalmente nombrados por la municipalidad, gente
conocedora de la fiesta y sus reglamentos; y los músicos que trasmitirán sus
órdenes a la plaza mediante diferentes toques de los timbales y los clarines,
según sea el caso.
El alboroto va subiendo de tono y de
intensidad conforme se acerca el momento del inicio de la corrida. La banda de
música va entremezclando música española con los más típicos corridos
mexicanos, sobre todo el de la ciudad o estado donde se lleve a cabo la corrida
o el del lugar de nacimiento del matador en turno. Van cesando poco a poco los
duelos de albures entre las porras…
Google images |
Se abre la puerta de picadores, suenan
los clarines y se inicia el desfile de los alternantes y sus cuadrillas,
ataviados con ricos y espléndidos trajes de luces, generalmente los matadores y
banderilleros luciendo esbeltas figuras, en contraste con los picadores,
generalmente gente pesada apta para soportar el papel que les toca en suerte.
Los aficionados desahogan sus nervios
aplaudiendo a sus favoritos y chiflando a los malos de siempre, los picadores.
Google images |
Los matadores salen al ruedo a saludar
al respetable a invitación de unos a otros. La plaza se llena de aplausos y el
público se frota las manos pidiendo al cielo su venia para una buena tarde de
toros.
A punto de iniciar la fiesta, el juez
de plaza ordena el toque de clarín para iniciar la fiesta, los villa melones
siguen de pie luciendo sus miserias, las damas saludando a diestra, siniestra,
al frente y soñando con que todo mundo les admira por lo otro.
Se hace un gran silencio cuando se va
a abrir la puerta de toriles…
Continuará…
¡Muy sorprendente ésta crónica! Te diré amigo Pío X, que ese mismo ejercicio de describir los juegos americanos novohispanos lo realizó en verso castellano nuestro paisano Federico Escobedo Tinoco.
ResponderBorrarAlgo de común hay entre paisanos aunque lo haya compuesto en 1925, y tú en 2016, 90 años y el tema sigue.
Felicidades, espero poder saludarte por acá el 2 de febrero.