EL ADOBERO RADIO

21 de noviembre de 2015

NEW YORK. BITÁCORA DE UNA AVENTURA 2


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Las 10:15. Llegó la hora del arranque…

Un maratón, solamente 42.2 km… Falta poco…

Los nervios al máximo. Cantos: “God bless America”



En la espera para el arranque, plegarias, gritos, recuerdos de los vivos y de los muertos, cada quien sus recuerdos…

Cerca de mí, un grupo de portugueses cantando algo así como el "alerón". A un lado unos jóvenes alemanes galaneando con una chica inglesa que solo sonreía de las fantochadas que le decían – “Es nuestro primer maratón y vamos a hacer 4 horas con 15 minutos…”, la chica abriendo mucho los ojos decía: really?

Mi meta de inicio era 4:45, pero eso no era lo importante, lo importante era poder terminar este maratón y en buenas condiciones…

Inició el coro cantando el himno de los Estados Unidos de América, algunos mexicanos despistados saludaban marcialmente con la mano en el pecho como si fuera el nuestro… o eran deseos fallidos… o sueños guajiros…


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De repente, un fuerte cañonazo; arrancan los elite… no los vi, ni el polvo solo en video… otro cañonazo… los que siguen… y así hasta que nos tocaba a nosotros… la voz de Frank Sinatra resonaba en los parlantes como si fuera un himno: New York, New York…

El corazón incrementó su ritmo… Arrancan…

Traté de no rebasar mi plan. La adrenalina te lleva a arrancar más rápido de lo debido y esto te agota más pronto que tarde… Sé prudente, me decía hacia mi interior, disfruta, no te aloques…

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La primera subida, el puente Verragamo, todo bien, me sentí fuerte…

Disfruté los primeros 21 kilómetros todo bien, de acuerdo a lo planeado…

Un gran ambiente, grupos artísticos de primera, mostrando la calidad de metrópoli mundial de la ciudad. De todos los tipos, estilos, la globalización en su expresión artística al máximo.


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Me sorprendieron varios grupos: Una orquesta gay excelente, un grupo de amas de casa chinas con sus tambores, un grupo de rock and roll en el barrio judío con su vestimenta característica pero disfrutando con los clásicos contoneos del rock, una chica con una voz maravillosa con su guitarra, solitaria, ella y su música, sorprendente.

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Kilómetro 25, el puente Queens boro, con una subida que se me hizo eterna, yo sentí como si fueran 3 millas de subida, realmente era poco más de una. Un gran esfuerzo,


New York Marathon video


Posteriormente descubrí que en una toma de este puente en el video, oficial del maratón, yo aparecía por allá del minuto 4 con 10 segundos… un buen recuerdo…

Llegué bien al Km 30, de acuerdo a mi plan… sin embargo, repentinamente el tendón de la parte trasera del muslo derecho me empezó a dar lata… la subida…, y en una bajada se me salía de control, se iba de lado mi pierna… Seguí corriendo esperando que se me quitara el dolor… no fue así… ni modo, hay que continuar… un paisano de Chiapas me gritó:- ¿te ayudo?... - no, tú sigue, yo llego… Rebasé a los chicos alemanes que estaban en el arranque...

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Llegué al km 32, el muro… cual muro? Si ya lo llevaba cargando…

Aun así llegue dentro de lo planeado al Km 35… ahí decidí que tenía que llegar, aunque fuera con una sola pierna... Ya sé, caminado y corriendo lo que pueda, pero ¡lo lograré¡

Los gritos de ánimo de la gente eran interminables, alcancé a un corredor guatemalteco, más o menos de mi edad, casi iba desfalleciendo, le dije - no pares, tenemos que seguir. Casi llorando me dijo – no sé qué andamos haciendo en un maratón  a nuestra edad ¡- le dije – ¡mejor¡ así es más mérito. Vamos, adelante, aunque sea en la noche pero llegamos y así fue…

Los recuerdos de todos mis amigos y seres queridos me animaron y me dieron fuerzas para continuar… la imagen de mis nietos me empujaba cuando el dolor de mi pierna me hacía tener rictus de dolor… los buenos recuerdos me hacían respirar fuertemente y empujar hacia adelante… ¡yo puedo!


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Del Km 35 al Km 42 hice 1 hora con 12 minutos, en 7 km… lo que normalmente hago en 12 km… 5 horas con 26 minutos en total, pero lo logré, sufriendo mucho, pero ¡lo logré¡

En la meta había desmayados, gritos de dolor, pero muchos gritos de júbilo, de triunfo…

Reflexioné en una frase: “mientras le ganes a la ambulancia eres un triunfador”.

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Y así fue: Un triunfo…

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Con lágrimas en los ojos besé mi medalla, la medalla más cara y más difícil de mi vida… ¡pero es mía¡ y de todos los míos…

¡Gracias Dios mío por esta oportunidad!

La noche nos alcanzó en la salida de los corredores, nos hicieron caminar otros 5 km para poder salir de las vallas, que poca m… pero que felicidad…

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Llegué donde estaba mi hijo, él terminó en 4 horas con 12 minutos, me estaba esperando disfrutando de la convivencia con otros corredores… Uno en particular, un corredor mexicano, caracterizado como azteca con su penacho y la virgen de Guadalupe.

Caminamos hasta la estación del metro. Mucha gente esperando, de repente llega nuestro tren y al abordar entramos como en el metro de México, a empujones. Mi hijo me dijo - yo ni caminé, me subieron casi cargado.

En el trayecto íbamos bromeando que a este metro le debían llamar la zona Spa. Por el masaje y el aromaterapia. Imagínense el aroma de 40 corredores terminado de correr un maratón en un mismo vagón del metro…

Cojeando llegamos al hotel, un baño caliente y a cenar con mi nuera y mis nietos, a festejar. Esperábamos una enorme cerveza y un buen trozo de carne. La cerveza sí se nos hizo y la carne se convirtió en un cono con langosta y otro con camarones. Muy rico.

Terminando a dormir, cansados, pero felices…

Éste fue un gran día en mi vida.

CUARTO DÍA.

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Levantada tarde, a las 7:00 hs, buen baño y listos para un muy buen café en el Pershing Square Central Cafe, frente a la estación central del metro. Un lugar acogedor, invadido, como todo New York, por corredores presumidos y orgullosos, portando su medalla del día anterior, como si con ello nos fueran a dar descuento especial en todos los lugares a visitar.

Nuevamente fuimos atendidos magníficamente por mexicanos, ellos más orgullosos que nosotros porque sus paisanos habíamos corrido el maratón. Un café caliente, exquisito y un desayuno rico muy sabroso.

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Terminando un recorrido por la estación central del metro, una construcción de principios el siglo XX, magnífica arquitectura con reminiscencia inglesa, revestida de mármol, con una historia que les encanta presumir a los norteamericanos.

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En esta estación, me llamó especialmente la atención una panadería de pan rústico. A pesar de que estaba recién desayunado no fue suficiente para evitar que mi boca escurriera por los aromas.

Abordamos el metro y viajamos al World Trade Center… La zona del silencio.

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Nuestro recorrido en este lugar se los comparto en un artículo especial titulado “Zona del Silencio”

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Permítanme solamente compartir con ustedes que la zona sigue en reconstrucción. La llegada por el oriente inicia con la vista de una obra, más bien escultura arquitectónica, con imagen de una paloma blanca, La Paz.

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 Al finalizar el recorrido, camino a la estación del metro, otro mexicano guía ambulante nos da una explicación muy amplia y gratuita del entorno, así como de la leyenda de la St. Paul’s Chapel, la cual resistió milagrosamente los hechos del 11 de septiembre.

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De regreso, a buscar un lugar para comer, ahora sí, un buen trozo de carne y un buen vino. Gallaghers Steakhouse, carne, mucha carne. Exquisita, bien preparada, acompañada de un buen vino. Al final un rico café y una buena rebanada de pastel.

Una muy buena tarde, buena plática con mis nietos y mejor compañía con mi hijo y su esposa.

Saliendo, yo a descansar, y ellos a pasear.  No cabe duda: la edad pesa…

QUINTO DÍA. EL REGRESO:

Salimos juntos al aeropuerto, ellos saldrían a las 10:30 hs y yo a las 12:40, ambos por American Airlines desde LaGuardia Airport. Un desayuno como todos los desayunos de los aeropuertos, malo y rápido.

Para mis nietos bien, un buen viaje, todo puntual, llegaron sin novedad a su casa en Chicago. Para mí, nuevamente una aventura.


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Pésima atención de American Airlines. Mala información a los pasajeros, despotismo e informalidad, nos cambiaron tres veces de sala de partida y al final 2 horas de retraso. Nuevamente la incertidumbre de las conexiones, esta vez en Dallas. Nos ayudó el cambio de horario. Pude hacer mi conexión a toda prisa, pero sin comer.

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Finalmente llegué a Querétaro, mala atención del personal de la aduana de nuestro aeropuerto intercontinental. Falta supervisión de los ejecutivos, una oficial mal encarada y mal educada, gritando a los pasajeros y tratándolos de analfabetas y un oficial de inmigración falto de respeto hacia los usuarios.

Para colmo, mi equipaje nunca llegó. Nadie supo nada, hasta el tercer día lo recibí en mi casa.

Y así terminó esta aventura. A la capital del mundo y al maratón más difícil de mi vida.

El Adobero


Pese a todo: ¡UNA GRAN AVENTURA!



"PENSAMIENTO POSITIVO"

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