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Las posadas, costumbre que llegó a estas tierras con la
evangelización y la colonización española, pero con el toque y sobre todo la
alegría de los niños de México…”
En esta publicación les narro cómo eran las posadas hace
más de 50 años, medio siglo… muy poco tiempo…
La temporada de
navidad era y hasta la fecha es la más esperada en mi familia.
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Mi infancia fue una
edad que yo viví intensamente. La escuela, los juegos, el coro infantil, del
cual mi padre era el maestro, las pandillas con mis amigos, los juegos y peleas
con mis hermanos... todo lo viví en grande.
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Para los niños de
mi época y de mi pueblo la época de navidad empezaba desde el mes de Noviembre,
inmediatamente después del día de los fieles difuntos. Los ensayos de los
villancicos en el coro eran intensos y muy alegres, bajo la batuta de mi padre
el Maestro Leopoldo Salgado Cisneros de la escuela de música de Puruándiro,
Mich.
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Recuerdo aquellos
villancicos, que hasta la fecha se siguen cantando por doquier, del Maestro
Miguel Bernal Jiménez de la escuela de música de Morelia, Mich: “Mañanita de
Invierno”, “Por el Valle de Rosas”
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y del Maestro
Eduardo Loarca Castillo, de la escuela de música de Querétaro: “Cucu”, “Pastorcito
tu no sabes”.
Los cantos de las
posadas, en la versión antigua nos llenaban de ilusión, ya que las posadas
implicaban mucha alegría, dulces, juegos y sobre todo travesuras.
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Estas festividades
empezaban desde el primer día del mes de diciembre, ya que esta ceremonia era en
el templo parroquial de mi pueblo: Salvatierra, Gto. , en la iglesia de la
Santísima Virgen de la Luz, siendo su párroco el Sr.Cura Dn. Ruperto Mendoza,
maestro de muchísimos niños de ésa época.
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El Sr. Cura era un
apasionado de la educación de los niños, él mismo era el patrocinador de un
colegio particular: El colegio “José Ma. Morelos y Pavón”, institución madre de
muchos hombres buenos de mi pueblo.
En este colegio se
han preparado líderes morales y políticos que han sobresalido no solamente a
nivel de mi pueblo sino inclusive a nivel nacional, y sobre todo gente buena y
útil para su familia y para su pueblo.
Regresando a la
navidad, a este párroco le encantaba organizar las posadas para todos los días de
la novena, desde el día 16 hasta incluir la del día 24 de diciembre.
La organización la iniciaba
desde meses antes convenciendo a las asociaciones y a los potentados del pueblo
a patrocinar, uno cada vez, las noches de las posadas.
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Un día lo patrocinaba
algún rico abarrotero, otro día los carniceros del mercado, otro los panaderos,
otro el barrio de Guadalupe, otro los jóvenes de la Asociación Católica, y así,
hasta completar la novena.
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Este patrocinio
consistía en: los aguinaldos, sencillos, pero para nosotros muy ricos, de
cajón: con las colaciones, rellenas de semillas de cilantro y cubiertas de
azúcar, mucha azúcar de colores, galletas de animalitos, y cacahuates, el símbolo
del pueblo. Eso era por lo menos.
Hábilmente el Sr.
Cura les pedía su limosna en dinero y compraba las cosas al mayoreo, con lo
cual hacía rendir los aguinaldos hasta para después de la navidad. Hasta el 2
de febrero, día de la Candelaria, la fiesta del pueblo y fecha en que se levantaba
al Niño Dios de su Nacimiento.
En algunos casos
había patronos muy generosos que además del aguinaldo sencillo, nos daban chocolates,
galletas más finas, guayabas, naranjas, mandarinas, cañas y para la procesión, velitas
de cera de colores, con las que hacíamos muchas travesuras... Le quemábamos el
pelo al compañero que nos tocaba adelante, le llenábamos de cera los zapatos y mas...
Además,
obligatoriamente había por lo menos dos piñatas, una para las niñas y otra para
los niños. Igual que con los aguinaldos, los generosos donaban más piñatas lo
cual les daba mucha buena fama con todos los niños.
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El Sr. Cura nos comisionaba
a algunos de los niños, cantores y acólitos de la parroquia, para que nos
encargáramos de preparar los aguinaldos y llenar las piñatas.
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Buenos para dividir
las cantidades de dulces, galletas y cacahuates entre todos los aguinaldos por
hacer para que todos quedaran completos y no faltara nada... pero, por milagros
de los santos, siempre nos quedaba algo más para los que llenábamos las
bolsitas, sobre todo chocolates y galletas de las buenas... esa iglesia era muy
milagrosa...
En el caso de las
piñatas, cuando la generosidad del patrón era grande, tenían chocolates, y
algunos juguetes. Sin embargo el ingenio de algunos niños traviesos, de los cuales
no recuerdo sus nombres, en esas piñatas de más, a las niñas se las llenaban de
harina y a los niños, con algunos huevos podridos...
¡Que niños tan ca... bezones!
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Para el día 12 de
diciembre, fiesta de la Virgen de Guadalupe, ya se tenía todo debidamente
organizado ya que el día 16 daría inicio la primera posada. Como el arreglo del
carrito con el misterio de los peregrinos, San José, la Virgen, la burra y el
ángel que los iba guiando.
Por fin llegaron
los días esperados por todos, los días de las posadas. La posada era para todos
los feligreses que quisieran asistir, pero sobre todo para los niños y niñas
del pueblo.
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Iniciaba la
ceremonia con el rezo del Rosario de cinco misterios. Desesperados porque se hiciera breve, los
escuincles inquietos hacíamos mucha bulla y ruidos que hacían enojar al Sr.
Cura.
Al final de cada
misterio el coro de niños cantaba un villancico que nos ponía a todos en buen
ánimo de navidad.
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Después seguíamos
con la procesión de todos los niños, niñas, feligreses, cantores, acólitos y el
Sr. Cura, que como tenía un pie enfermo cojeaba y arrastraba su pie, caminando
más lentamente de lo que todos queríamos.
“En el nombre del cielo…”
“Entren Santos Peregrinos, Peregrinos…”
“Pase la Escogida la niña dichosa…”
Cantábamos todos,
unos muy afinaditos y otros parecían chivos de Urireo (ranchería cercana a
Salvatierra que se caracterizaba porque los niños tenían la voz muy fuerte y
muy chillona) (Ahora ya es un pueblo en forma, casi ciudad)
¡Y a recibir los
aguinaldos!
El patio grande del
curato se llenaba de griterío alegre de niños y niñas y una que otra “señorita”
quedadona del pueblo…
Se repartían los aguinaldos,
todos eran buenos, rara vez nos tocaban los generosos, pero todos eran
bienvenidos.
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A tirar, como
buenos salvaterrences, la basura de los cacahuates por toda la parroquia y sus
alrededores. Se notaba por donde iban caminando los niños.
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Mientras preparaban
las piñatas, empezábamos a quemar las lucecitas, varillas forradas de pólvora
que al irse consumiendo simulaban los cometas y la estrella de Belem.
Algunos más malosos
quemaban brujitas, garbanzos igualmente revestidos de pólvora que tronaban y
brincaban al estrellarse con el suelo.
Y los de veras
guerrosos, quemábamos (no más bien quemaban) los buscapiés, similares a un
cohete que no tronaban pero velozmente se iban quemando dejando su cauda de luz
y lumbre en su irregular camino haciendo correr a todos alegremente.
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De repente, los
gritos, ¡la piñata, la piñata! Y todos a hacer la rueda. Primero las niñas,
normalmente eran menos que los niños, y a amarrar a la primera…. Dale, dale, dale…
Los niños más grandes
eran los encargados de jalar la piñata de una gruesa cuerda que se colgaba de
lado a lado del patio. Normalmente la piñata terminaba cuando la niña más
bonita era la que estaba con los ojos vendados y los chavos que se encargaban
del engaño resultaban ser engañados.
Por fin, la piñata
de los niños… ¡ahora sí!
“La piñata tiene ca ca, tiene ca ca, ca cahuates de a
montón…”
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Y uno, y otro, y
otro…. Hasta que por cansancio o de verdad mucha habilidad alguien le atinaba y
rompía la piñata, normalmente de cántaro de barro bien cocido y bien
resistente. Todos a correr al centro a ganar los dulces y frutas, unos encima
de otros, unos gritando de gusto y uno que otro de dolor. De vez en cuando unos
descalabrados y varios con moquetes y chipotes.
Todo terminaba con
el estruendo de cohetes que alcanzaban buena altura y con palomitas, cohetones
con figura triangular que realmente esos si hacían estruendo y si de casualidad
tronaban cerca de alguien eran muy peligrosos.
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Salíamos del patio
de la parroquia muy alegres camino cada quien a su casa, con la ilusión de
mañana nuevamente esperar la posada de la tarde y a dormir y a seguir soñando
con la navidad…
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¡FELICES POSADAS
PARA TODOS!
"PENSAMIENTO POSITIVO"
Qué nostalgia por esos tiempos!
ResponderBorrarFelices Posadas! Como las extrañamos!
ResponderBorrarDesafortunadamente tradiciones perdidas.
ResponderBorrarExcelente redacción, me eh teletransportado a mi infancia y recuerdos muy gratos me an llegado. Gracias por compartir.
ResponderBorrarExcelente redacción, me eh teletransportado a mi infancia y recuerdos muy gratos me an llegado. Gracias por compartir.
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